Paisajes líquidos

Paisajes líquidos, Intercampos II, Programa de análisis de Proyectos, Fundación Telefónica, 2006

Los paisajes son para mi, geografías afectivas, relaciones personales con el territorio, experiencias perceptivas irrepetibles. La relación física con ciertos espacios contemplados y transitados, me lleva al deseo de capturar lo inasible de estas vivencias, a sublimar ciertas características en la imágenes que, una vez a la distancia recreo.

La técnica de la acuarela cuya sutileza consiste en superponer capas de agua coloreada que se escurre de acuerdo a la lógica corporal de sus humores, en la que el papel oficia de recipiente contenedor a la velocidad lenta de los fluidos, que producen transparencias sobre su suavidad o aspereza, me permite repensar las imágenes en varios trazos, en distintos instantes que hacen huella en topografías de un mismo paisaje liquido.

En esta época de una estética fundada en la velocidad, en la persistencia retiniana de las imágenes y la fugacidad de los objetos, que parece querer anular el poder de la representación plástica silenciosa, me dispongo a la utilización de técnicas pictóricas, que requieren de un tiempo distinto en su realización y un detenimiento para su apreciación.

Al igual que en los tiempos románticos la naturaleza se presenta a nosotros como indomable, su condición es atemporal, y a nosotros nos sigue despertando pensamientos de lo sublime. Solemos querer entender nuestra relación con ella, de este modo nos repensamos a nosotros mismos.

Este mismo mecanismo de revisar es el que utilizo en mi trabajo. Me gusta pensar que las imágenes que produzco están casi completas, pero nunca del todo. Incompletas porque como quien mira un paisaje siempre piensa en otro, porque una imagen podrá ser la misma pero nunca igual, puede que el contexto varíe por cinco minutos, o por años; o que quien las mire nuevamente ya las haya visitado con anterioridad; habrá variedad de interpretaciones, difícil es describir este fenómeno desde el campo de las palabras. Al revisitar una obra, ya sea utilizando la misma técnica en la que fue producida originalmente o una distinta, obtengo una nueva imagen que vuelve a completarme parcialmente.

En esta mesa he ordenado objetos como, los encontrados, un escombro hallado a orillas nuestro Río de la Plata que llevas en si una historia (el color es de algún azulejo de la casa a la que perteneció); los heredados, recipientes de vidrio que usaran mi abuela para cocinar, mi abuelo para sus medicinas; los producidos adrede, cubos de yeso que remiten al hielo producido en refrigerador; colocados todos sobre el papel contenedor de resonancias y ecos de los colores obtenidos al combinar el agua con estos pigmentos; el papel a la vez es sostenido por la mesa que tiene manchas producidas durante la acción pictórica. Este ordenamiento de objetos, ha producido un nuevo paisaje, que refiere y revisita a otros cuya fragilidad intenta resistir al tiempo.