Los contornos del deseo

Los contornos del deseo

Sobre la instalación Sintonía del Horizonte, en la Galería Brodershon-Martínez, Junio 2002, por Leonel F. Luna

Según la mirada romántica, Turner descubrió que la aparición de la belleza en el mundo, está condicionada por la desaparición del yo.

El agua reflejante, los peñascos a los que Friederich era tan proclive, la piedra en su condición “fractal” (que nos devuelve parte del todo).
El paisaje, entonces, requirió de la mirada de la física, de las matemáticas y de la química, para dotarlo de connotaciones totalmente nuevas. Y fue necesario un nuevo humanismo para que el hombre reconsiderara a la naturaleza como un verdadero “ente viviente”, un “Gaia” que despertaría otra forma de ver el mundo.
La intención poética o simbólica transformada por la física, sublima su deseo para entregarse a las percepciones elementales de la mirada.
La palabra vuelve real la experiencia sensible al reducirse de alguna manera a su estado elemental, hasta los pliegues más ínfimos, hasta las formas más sutiles del follaje o de la piedra.

Estos rastros, o mejor dicho, estas palabras transformadas, son los contornos libres y animados, son los contornos del deseo de un paisaje de otra naturaleza.

La voz realiza una exploración minuciosa por esos contornos transcriptos magnéticamente en una inquietante línea que nos separa de la realidad, leer en lo infinitamente sutil de su derroteo es entregarse a la voluntad del paisaje que sólo es real cuando se lo necesita demasiado.


 

 

The contours of desire on Paula Senderowicz´ work, at Brodershon Martínez Contemporary Art Gallery. June 2002. By Leonel Luna

According to the romantic viewpoint, Turner discovered that the appearance of beauty in this world is conditioned by the disappearance of the ego.

The reflected water, the crags to which Friederich was so inclined towards, the stone in its “fractal” condition ( giving us back part of the whole).

So landscape then has required the view of physics, mathematics and of chemistry in order to give it completely new connotations. And a new humanism has been necessary for human beings to reconsider nature as a real “living being”, a “Gaia” which would awaken another way of seeing the world.

The poetic and symbolic intention transformed by physics heightens its desire to surrender to the view’s elemental perceptions.

Words makes the sensitive experience real again, reducing it some how to its elemental state, going so far as its most intimate folds, to the subtlest forms of the foliage or of the stone.

These traces, or one could say, these altered words are the free and lively contours, the contours of desire of a landscape of another nature.

The voice explores in fine detail the outlines magnetically transcribed in a disturbing line that separates us from reality. To read the absolute subtlety of its course is to surrender to the will of the landscape which is only real when one really longs for it.